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lunes, 7 de mayo de 2012

Extraños en la noche de Iemanjá - novela - (fragmento)



La biblioteca de Morgan era bastante completa, pensaba, y sin embargo, ¿por qué
había elegido escribir best-sellers en lugar de buenos libros? ¿por qué ese
empecinamiento en las ganancias? era notable el lujo de su ostentosa casa y él quería
lucirse en la fiesta. Lila se habia quedado de pie junto a la biblioteca y de pronto
escuchó a Morgan:

- Vos inhibís a las personas, vos las alejás, y sos muy curiosa...
- Lo último puede ser, lo primero, no sé.
- Es así, como te digo, te invité a esta fiesta, con mis amigos, para que disfrutes,
 para que todos disfruten, van a filmar una película con mi novela, va a ser un gran
 éxito.

- ¿Y con eso no te alcanza?
- No, quiero que todos mis amigos me acompañen en esto.
- Pero yo no soy amiga tuya, soy amiga de Miguel, solamente.
- Bueno, pero podemos hacernos amigos...
- No te preocupes por eso, no creo que inhiba a las personas, soy prudente, nada
 más.

Morgan se rió, mostró su sonrisa de dientes blancos, relucientes, que contrastaban
con el tono bronceado de su piel. Se había empecinado en que Lila dijera sí a sus
ocurrencias.

Y Lila no estaba dispuesta a ceder, a comprometerse sin saber bien quién era Morgan.
Pretender saberlo acerca de ese extraño que tan misteriosamente se le había acercado
parecía una ingenuidad de su parte.

- La invitación al barco sigue en pie - dijo él.
- Navegar no es lo mío, tal vez alguna vuelta pero no me gusta estar arriba de un
barco mucho tiempo.

- Entonces es sí - dijo él.

- Tal vez sí...

Afuera, en la fiesta, un mago contratado para animarla había empezado a contar
chistes y preparaba algunos trucos mezclando unos naipes.
Lila y Morgan salieron de la biblioteca, la música era estridente y cada uno se dirigió
a la mesa donde estaba antes.
Al llegar, Lila advirtió que Rosa Té, la psicoanalista, conversaba animadamente con
un hombre de barba y llegó a escuchar parte de la conversación:

- Lo más interesante, es saber qué es lo inconsciente que me ha unido al otro - dijo
ella.
- Sí, tal vez, pero es difícil de saber - contestó el hombre.
- Hay que descubrirlo - contestó Rosa Té.

Lila se había sentado en el otro extremo de la mesa y bebía una copa de champagne
que el mozo le había servido. En ese momento no sabía si ir o no al barco de Morgan,
a dar una vuelta, como él había dicho¿sería la curiosidad quien la llevara hasta ahí?
 
(c) Araceli Otamendi - todos los derechos reservados