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martes, 22 de marzo de 2011

Extraños en la noche de Iemanjá (fragmento)



…Cintia se acomodó frente al espejo. La imagen de una mujer joven, con el vientre redondeado que le devolvía el cristal la hizo temblar apenas un poco.¿Qué iba a ser de ella de ahora en más? Se había alejado de Mario Bruno. Con Willy, ya no contaba. No sabía nada de él desde hacía casi dos meses. ¿Y con quien contaba? Se dijo y se contestó:
-          sólo conmigo misma.

La situación era sumamente difícil, desde los quince años había estado con Mario Bruno y esa pareja era insostenible. ¿Y entonces? Miró su imagen frente al espejo. Se sentía igual a una de sus tías, la que más odiaba. ¿Por qué el odio era uno de los sentimientos más constantes en su vida?¿ Acaso el odio no la había atado a Mario Bruno, desde hacía mucho tiempo? No sabía el motivo, simplemente lo odiaba, lo había odiado desde los primeros momentos de su relación. No había explicación alguna. Se sentía indefensa y a la vez atada a ese hombre. ¡Qué liberación haber escapado de él! ¡Cuánto le debía al accidente en la ruta! La había rescatado el detective. Quién sabe si hubiera tomado la decisión de escapar si no hubiera sido por eso. Tenía toda la vida por delante. Toda la vida, todo el tiempo… La noche era sólo un telón de fondo entre los edificios de San Pablo, esa ciudad….

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados

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