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miércoles, 16 de febrero de 2011

Extraños en la noche de Iemanjá (fragmento)



El marinero la llevó en un bote, hasta el barco del señor Agustini.
Mariana pensó en el nombre, le recordaba a Delmira, la poeta uruguaya. ¿Tendría algo que ver? Delmira fue asesinada por el marido. ¿Triste historia, no?

En el mar había olas y el bote llegó enseguida. Mariana se vio salpicada por las olas y la sal del mar le quedó pegada en el cuerpo. Vestía un jean, zapatillas y una remera. ¿Para qué quería más? En el ambiente, se estilaba eso. Otro vestuario, a esa hora hubiera sido algo sobrecargado, tal vez cursi.

El señor Agustini estaba sentado en la cubierta. La saludó con un gesto y la invitó a pasar al interior del barco. Mariana bajó la escalera de madera de teca. Todo relucía ahí. También el arma del hombre, seguramente un custodio que estaba ahí también adentro.
La bandera con la silueta de la bruja ondulaba en el mástil. Sin embargo Mariana no había visto a ninguna mujer en el barco. Llegaría diez minutos después, era la mujer del señor Agustini…

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados 

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