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domingo, 16 de enero de 2011

Oscar, personaje de cuento



Me preparo para escribir.

Abro la notebook, la enciendo.

Hay una música  de fondo apenas audible, una botella de agua mineral, cubos de hielo, la puerta de la habitación cerrada, la ventana abierta, la noche tiene estrellas y a lo lejos el sonido del mar…


Estoy escribiendo un nuevo capítulo de una nueva novela y entonces aparece:

- Me llamo Oscar- dice.
- ¿Quién sos?
- Soy Oscar el personaje de un cuento. Y vine hasta aquí para que vos escribas sobre mí.
- No entiendo
- Me escapé de otro cuento, porque siempre vivo… pero en los cuentos.
- ¿Se puede saber de cuál?
- ¡Ah, no! Tenés que adivinar…
- Dame una pista…
- Vine de un cuento donde me iban a matar, estaba a punto de recibir la pena capital y entonces..
- ¿Qué? ¿de dooonde venís?
- Estaba en una prisión, me iban a ejecutar y escapé …
- ¿Y cómo hiciste para llegar hasta aquí?
- No sé, aparecí aquí, vos tenías encendida la computadora y me metí …
- Sos un intruso, entonces…
- Sí, y además creo en el amor …
- Por favor, no necesitás decirme eso…
- ¿ Por qué no?
- ¿Tenés algún temor?
- Sí, podrías mandarme de vuelta…
- Y ¿adónde te podría mandar?

-¿Qué se yo? A otro cuento…¿serías capaz?
- Es que iba a seguir escribiendo la novela …


-         Y me metí yo en el medio.


-         Para ser un prisionero al que iban a matar esta noche…


-         Momentito … no era esta noche que me iban a matar… iba a ser al amanecer


-         Es decir, dentro de unas horas


-        


-         Y decime ¿vos tenés tanto miedo de que yo te mande de vuelta al cuento anterior


-         Sí. En realidad, no. No tengo miedo, tengo ganas de cambiar. Estoy harto de esos destinos que me dan…¿Puedo meterme en tu novela?


-         ¿Te gustaría?


-         Claro


-         ¿Qué personaje serías?


-         Sería yo, Oscar, pero en otro ambiente, en otra historia, seguramente, con otro final


-         ¿Y cómo te imaginás en mi novela entonces?


-         Ya te dije que creo en el amor…


-          … jajá


-         Ja já…


-         ¡Ahhh! Te reís ¿eh?


-         Y claro… cómo no me voy a reir. Si vine para eso…¿puedo abrir la heladera?


-         Sí, ¿tenés sed?


-         Claro, el viaje fue muy largo.


-         Contame y yo escribo.


-         Vengo de una prisión de extrema seguridad, en otro país. Tal vez en otro tiempo. Vos tenés una computadora que yo no conozco…Quiero que sepas que soy inocente, jamás cometí un crimen, fui acusado y me metieron en la cárcel, no tuve una buena defensa, juro que soy inocente…el juez no me otorgó el beneficio de la duda…


-         No entiendo cómo llegaste hasta aquí.


-         El escritor se durmió, lo último que había escrito es que me iban a ejecutar, pero tuve un golpe de suerte, de buena suerte y se durmió. Entonces salté de la página y aquí estoy…


-         Y yo estaba escribiendo en la computadora y …


-         Sí, aparecí en tu …


-         Computadora


-         Esa… sí, ¿cómo se llama?


-         Notebook…


-         Es cierto, me lo habías dicho antes… Es que el escritor que me escribió por última vez lo hacía en una ibm


-         ¿IBM?, de los años …


-         ¿Te acordás?


-         Más  o menos, pero algo así no lo había visto nunca antes…


-         Decime Oscar, ya que abriste la heladera, y seguramente te vas a quedar algún tiempo aquí ¿te interesaría saber en qué lugar de la novela vas a estar?


-         A ver, dejame ver…


-         Te muestro la pantalla, lo que estaba escribiendo y te presento una linda chica… ¿querés? Es un personaje de la novela, vas a ver…


-         ¿Con esta facha?


-         ¿Qué tiene? A ella seguramente no le importa…


-         ¿Es como vos?¿Por qué no me cambia el aspecto? Me viste mejor, me describe de una manera distinta…


-         No, el personaje no es como yo, no. No tiene por qué parecerse a mí.   Es una chica más o menos como vos, de tu misma edad…


-         ¿Usted sabe qué edad tengo yo?


-         Y ... unos 27 años…


-         Sí, en su novela… pero antes….


-         ¿Cuántos años tenías antes?


-         No tengo edad, soy eterno…


-         Desde que existen los cuentos…


-         Nooo, desde que existen las historias…


-         Voy a poner 27 años y ella, la misma edad…


-         Y vos ¿qué vas a hacer?


-         Voy a seguir escribiendo…


-         ¿Mientras nosotros bailamos?


-         Sí…


-         Llevame ahí entonces…

    
                                  Ya se ven las luces encendidas en la playa y una fogata. Andrea camina lentamente por la orilla del mar. Se escucha la música de unos tambores… un hombre va caminando por la playa… algunas mujeres arrojan flores blancas al mar…
Oscar toma una de las flores blancas devueltas por el mar y se la entrega a ella.


-         No… así no, me voy a aburrir muchísimo en esa escena


-         ¿Otra vez aquí?


-        


-         ¿Y ahora, qué es lo que pasa?


-         El encuentro no debe ser así.


-         Oscar…


-         ¿Qué?


-         Te estás metiendo demasiado…


-         No me gusta ese lugar…


-         ¿Por qué no? Si es una playa espléndida, con arena limpia y fina, el agua es transparente y cálida y de noche te podés bañar…


-         Es demasiado fácil todo eso, quisiera aventuras, quisiera andar a caballo, cansarme, subir montañas…


-         ¿Querés que haga magia?


-         Sí…   ¿Algún conjuro?


- No, no exactamente. Ya mismo te envío a otro lugar…

                         …  Entre las montañas se puede ver un río transparente y lleno de rocas. Más que un río parece un arroyo. Ella espera del otro lado para cruzar… Tiene el pelo oscuro como los ojos y viste un largo poncho de color rojo, azul y blanco. Detrás de ella un caballo blanco. En la casa, todavía, se puede ver el humo saliendo de la chimenea, uniéndose al cielo, esfumándose. El hombre está ahí sobre el caballo negro, en la orilla, pronto se subirá al bote…

-         ¿Sabe qué?
-         ¿Qué?
-         Me gustó más esa historia… déjeme ahí, sobre ese caballo, debo estar cansado…
-         Sí, hiciste un largo viaje para llegar hasta aquí… y ahora irás al sur, te encontrarás con esa mujer, te deseo suerte…

-         No me mate… quiero vivir…

-         Te deseo suerte, Oscar, toda la suerte del mundo, en ese hermoso lugar…

-         Le voy a pedir un favor…

-         ¿Cuál?

-         Si vuelvo…

-         ¿Qué?

-         Déjeme vivir en sus cuentos…

-         Entonces yo te pido otro favor…

-         ¿Cuál?

-         Cuando vuelvas, traeme muchas historias para escribir…



© Araceli Otamendi – Todos los derechos reservados

imagen:
 Carmelo Arden Quin

Móvil o esferas, c.1949

Móvil de madera 23 x 45 x 29 cm.

Colección Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), Buenos Aires

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